Debemos realizar actividades
artísticas, culturales, sociales, recreativas y lúdico-deportivas que brinden
alternativas de buena utilización del tiempo libre, que aporte
a una sana convivencia en el ámbito escolar, social y familiar,
contribuyendo así con la formación integral de los jóvenes y
futuros ciudadanos.
Toda persona goza de tiempo
libre, que sirve idealmente para el descanso, el alejamiento de la rutina y la
realización de las actividades diferentes pero relajantes y quizás formadoras,
sin embargo, es notorio como a medida que la técnica, la ciencia y
la tecnología facilitan el desempeño humano y este dispone de más
espacios de tiempo libre, lo emplea con frecuencia en actividades poco edificantes
que no contribuyen a su crecimiento integral.
Una de las características
fundamentales de la niñez y la adolescencia es la tendencia grupal donde priman
los códigos sociales y culturales que definen la convivencia grupal. El ritmo
normal de los grupos no basta para favorecer la socialización, entendida como
la oportunidad de formarse y desarrollarse integralmente como persona.
En la experiencia grupal se
aprende más que en ritmo normal de las clases (teatro, danzas, música,
juegos, deportes, actividades lúdicas...) porque allí se aprende a
trabajar en grupo, a coordinar puntos de vista con los demás, a asumir
responsabilidades, resolver conflictos, pero también se fortalece la
autoestima y el sentido de pertenencia.
Las prácticas recreativas y
lúdicas son entendidas como actividades complementarias a los procesos de
aprendizaje, desarrollo cultural y como una herramienta para romper con los
círculos de pobreza, dependencia, inactividad violencia y con los sentimientos
de marginación y exclusión, los cuales a su vez se encuentran asociados a la
pérdida de la autoestima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario